El volumen y el color han marchado unidos a lo largo de milenios. Gracias a la policromía la escultura ganó en verosimilitud y vivacidad, convirtiéndose en un eficaz instrumento de persuasión desde los momentos más tempranos de la historia. La escultura devocional, en la que lo divino cobraba una forma tangible y corpórea, aumentaba su eficacia comunicativa cuando se fusionaba con el color, entendido este no como un mero adorno sino como parte imprescindible de la pieza, al otorgarle una apariencia más cercana y real. Escultores y pintores trabajaron al unísono para crear unas obras en las que ambas labores se fundían con perfección. Al mismo tiempo, la escultura pintada se convirtió en un arma doctrinal cuya intensidad se incrementaba al sacar todo el partido a sus valores escénicos, ya fuera al formar parte de una procesión o al ser representada en un lienzo.
Este catálogo y la exposición a la que acompaña ilustran la incansable búsqueda de realismo en el arte español del Renacimiento y el Barroco en todo aquello que afectaba a la envoltura de la figura, y muestran a partir de un centenar de obras, pinturas, estampas y esculturas la integración natural de la pintura en la escultura y su triunfo en el mundo hispánico, destacando el valor de lo tridimensional en la transmisión del mensaje sagrado.
ISBN: 978-84-8480-628-8